
Antes de ser santo, José era un hijo y un carpintero o constructor en el pequeño pueblo de Nazaret. En esta aldea, se relacionaba con otros miembros de la familia y amigos, con otros constructores, con otros miembros de la sinagoga local. También era un joven que mantenía una relación amorosa con una joven. Debió de tener un don especial para cultivar y construir relaciones que le hizo destacar y captar la atención y el corazón del Todopoderoso, que le eligió para ser esposo de María y padre de su hijo.
Les invito a la oración con este icono, esta imagen tan tierna de una relación íntima. Al observar el icono, vemos a José mirando amorosamente a María mientras besa a Jesús en la parte superior de su cabeza. Su pecho, su brazo y su mano sostienen con fuerza y ternura al niño Jesús. Las tres cabezas están entrelazadas en un singular abrazo, como si el pensamiento, el sentimiento y la comprensión fueran íntimamente compartidos. Jesús está sentado sobre una almohada, sostenido por los brazos y las manos ocultas de María y José. La fuerza de la unión puede estar a veces oculta, pero también es sorprendentemente visible.
Jesús mira con confianza y asombro a María mientras sostiene su velo en una mano y la escritura enrollada en la otra. Es su unión la que sostiene a Jesús y la que le prepara para el ministerio mientras se aferra a la escritura. Al igual que su padre, cuyos pies están calzados, los pies de Jesús también están calzados y preparados para el viaje. En la íntima unión de los tres, vemos que los ojos de María miran hacia fuera y conducen la unión de los tres en nuestra dirección, hacia nuestras necesidades, nuestras esperanzas y nuestros sueños. El equilibrio y la simetría de su unión imaginados en el icono los llena de fuerza. ¿Qué te atrae de este icono para rezar? ¿Qué otro simbolismo de la imagen te habla al corazón? José viene a nosotros como constructor, como arquitecto de relaciones, como alguien en unión con los demás. En medio de nuestro mundo fragmentado, miremos hacia él para que nos muestre el camino para construir relaciones que se apoyen y sostengan mutuamente, que nos lleven a mirar hacia fuera, hacia las esperanzas y los sueños de los demás.
Que San José, patrono de la Iglesia universal, de los enfermos y de los moribundos, interceda urgentemente por nuestro mundo mientras luchamos contra el caos de la pandemia y el conflicto.
Oración a San José
Salve, custodio del Redentor
y esposo de la Virgen María.
A ti Dios confió a su Hijo,
en ti María depositó su confianza,
contigo Cristo se forjó como hombre.
Oh, bienaventurado José,
muéstrate padre también a nosotros
y guíanos en el camino de la vida.
Concédenos gracia, misericordia y valentía,
y defiéndenos de todo mal. Amén.
(Papa Francisco, Patris Corde)