
Después de la Misa de Pascua, volvimos a casa para preparar una visita familiar. Nuestros hijos, sus cónyuges y nietos se reunieron para almorzar con nosotros. Estas reuniones están repletas de conversación y celebración. Ver a todos disfrutar y tratar de escuchar atentamente todas las voces e historias es un reto encantador.
Cuando nuestros invitados se marcharon, nos sentamos, nos relajamos y reflexionamos sobre la visita. En cierto modo, revivimos la actividad, compartiendo sentimientos, las historias contadas y nuestras impresiones de tener a la familia junta. Nos dejan una esperanza duradera, un alegre consuelo. Estamos cosechando lo que plantamos. Es muy bueno estar con ellos. ¡Una bendición!
A medida que la primavera comienza a afianzarse en esta región, estamos planificando el jardín. Hemos llegado a conocer a la gente de la granja donde obtenemos las plantas y esperamos volver a conocerlos cada año. Siempre es bueno verlos. Es una época de mucho trabajo y sólo tenemos unos momentos para charlar y desearnos lo mejor. Es una visita alegre. Creo que es un acto de fe en la actividad creadora de Dios plantar una semilla en la tierra.
Examinar nuestra experiencia y reflexionar sobre cómo se ha desarrollado nuestro día es una actividad particularmente humana. Creo que Dios nos dio esta capacidad de reflexión para ayudarnos a crecer más cerca de Él. Su gracia renueva nuestra capacidad de reconocer su presencia.
» Busquen a Yahveh mientras pueda ser encontrado, llámenlo mientras esté cerca». (Isaías 55:6).
El tiempo de Pascua invita a reflexionar sobre las múltiples formas en que Jesús resucitado está presente en nuestra jornada, en nuestras relaciones, en nuestras tareas y en todos nuestros encuentros con los demás. Las apariciones de Jesús a sus seguidores que encontramos en los Evangelios nos llaman a una nueva conciencia de cómo Él está activo en nuestras vidas, cómo la Nueva Vida en Cristo nos anima a nosotros y a nuestras familias.
Los discípulos de Emaús reconocieron a Jesús al partir el pan (Lucas 24:13-35).
Los discípulos, mientras pescaban, lo vieron en la orilla preparando una comida (Juan 21:1-14).
Tomás, el apóstol, llegó a la fe al ver a Jesús resucitado (Juan 20:24-29). En
En estos y otros encuentros, me pregunto si alguno de los seguidores de Jesús le habrá dicho algo así como: «Qué alegría verte».
Oremos en nuestras familias para estar atentos a cómo se nos hace presente el Señor Jesús resucitado, dándonos Esperanza, Alegría y Vida Nueva.
Por John Dacey