- Ora con el cuerpo. Para el ser humano el cuerpo es un medio de expresión. Todo gesto es un rasgo de nuestra persona y a cada gesto le corresponde, además, una vivencia interior. Busca y adopta una postura que te ayude a expresar el tipo de oración que estés haciendo: adoración, alabanza, súplica, etc.
- Escoge un ambiente adecuado. Aunque podemos orar en cualquier lugar, lo ideal es elegir un ambiente en que resulte más fácil evitar las distracciones. De ese modo no estropearemos nuestro encuentro con Jesús y con nuestra Madre Santa María. Puede ser de ayuda rezar en la iglesia o delante del Santísimo Sacramento. La contemplación de la naturaleza, como estar frente al mar, en un campo o en un parque tranquilo, u orar en una habitación iluminada con la luz tenue de una vela también pueden favorecer el clima de oración.
- Serénate. Es conveniente acallar todos los ruidos, especialmente las preocupaciones, pensamientos y distracciones que impidan centrar la atención en Dios.
- Entrégate a Dios. El silencio interior y exterior debe ir acompañado de una actitud de disponibilidad y entrega en el rezo meditado. Mantente siempre abierto a la voluntad del Padre.
- Reza de manera creativa. Haz uso de la Biblia, observa íconos o imágenes sagradas alusivas a los misterios, canta canciones religiosas. No permitas que la recitación del Rosario se convierta en algo aburrido o sin sentido, sobre todo cuando oras en grupo.