
«María, mi reina, mi madre». ~ Últimas palabras del Padre Patrick Peyton, C.S.C. (3 de junio de 1992).
El Papa Pío XII instituyó la Memoria de la Realeza de la Santísima Virgen María en 1954.
La Realeza de María tiene sus raíces en las Sagradas Escrituras. En la Anunciación, Gabriel anunció que el Hijo de María recibiría el trono de David y reinaría para siempre. En la Visitación, Isabel llama a María «madre de mi Señor». En el Apocalipsis, «Un gran portento apareció en el cielo: una mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y sobre su cabeza una corona de doce estrellas» (12,1). Los misterios de la vida de María están siempre estrechamente asociados a su Hijo, Jesús: Su condición de reina es una participación en la realeza de Jesús. También podemos recordar en el Antiguo Testamento la importante influencia de la Reina Madre.
Esta conmemoración (también llamada fiesta) se celebra en la octava de la fiesta de la Asunción de María (15 de agosto). En su encíclica de 1954 «A la Reina del Cielo», Pío XII proporciona cuatro cualidades de María que apoyan la concesión del título de reina:
· Su divina maternidad, como Madre de Dios,
· Su estrecha asociación como la Nueva Eva con la obra redentora de Jesús,
· Su perfección preeminente y
· el poder de intercesión de María.
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